La profundización de la crisis económica y la desconfianza en la gobernabilidad no motivaron a los italianos para votar en las cruciales elecciones generales que se realizaron y las cuales terminaron sin un claro ganador. El “mercado” esperaba una victoria de la centroizquierda que continuaría por el camino de reducir la deuda. Así se abre una nueva crisis en Italia.
Italia necesita un crecimiento económico que permita garantizar el pago de la deuda y, dado que se trata de la tercera economía de Europa, calmar las inquietudes sobre la supervivencia del euro. Para lograrlo, afirman los especialistas, son necesarias reformas estructurales en materia impositiva y de legislación laboral, es decir, más ajuste y recortes.